El Yoga y la flexibilidad
Una de las cuestiones más comunes en las personas que comienzan a iniciarse en la práctica del yoga es: "yo no soy nada flexible, no sé si voy a poder ser capaz". En realidad, la flexibilidad en la práctica del yoga es un mito, seguramente alimentado por las fotografías que inundan internet con posturas imposibles, y por una sociedad ampliamente competitiva. Pareciera entonces que el hecho de convertirse en yogui (hombre que practica yoga) o yoguini (mujer que practica yoga) viniera acompañado de un esfuerzo, disputa y exigencia extremos. Considero que esta forma de entender el yoga solo aporta una desnaturalización, desatendiendo las limitaciones y las necesidades individuales, en una lucha contra las estructuras del propio cuerpo.
Cierto es que muchas escuelas de yoga tradicional enfocan sus clases adaptándolas a varios niveles, de manera que los iniciados puedan acceder a niveles más complejos de consumación postural poco a poco. Cabría preguntarse: ¿hay un beneficio real en llevar los ligamentos hasta extremos gimnásticos? ¿Pudiera tratarse más bien de un "postureo" para alimentar egos cuando se suben las fotos a instagram? Es verdad que, si miramos a los antiguos yoguis y yoguinis, muchas posturas rozaban el contorsionismo. ¿Perdemos esa sabiduría antigua si nos desligamos de las posturas más extravagantes del yoga? ¿Estarán los chakras más equilibrados si consigo tocar la nuca con el pie? Son preguntas que merece la pena responderse y reflexionar, cada uno en su propia práctica yóguica.
En cambio, sí sería necesario cierto trabajo corporal dedicado al estiramiento, sin abuso. Si indagamos en el plano mental, ya algunos estudios de fisioterapia demuestran que determinadas posturas físicas atienden a determinados patrones de comportamiento asociados a la personalidad. Asimismo, una rigidez física va asociada a cierta rigidez mental, entendida como la visión única, inmutable, y de poca perspectiva, con ciertos grados de estructuras mentales establecidas, y con falta de creatividad. Si llevamos nuestros músculos al estiramiento, no sólo obtendremos relajación, sino que también podremos ampliar la perspectiva de la realidad, comprobando que nuestro cuerpo, como íntimo y permanente compañero de viaje, puede acceder a movimientos insospechados, recorrer espacios nuevos, y generar así nuevas realidades.
El yoga, practicado con inteligencia y respeto a uno mismo, sin competiciones ni objetivos, puede ser una de las prácticas más potentes para remediar nuestras carencias existenciales y nuestras necesidades físicas, para establecer un camino de salud.
¹La inteligencia corporal podría definirse como la capacidad intuitiva y espontánea de responder corporalmente a las necesidades de expresividad física, emocional o mental.
Cierto es que muchas escuelas de yoga tradicional enfocan sus clases adaptándolas a varios niveles, de manera que los iniciados puedan acceder a niveles más complejos de consumación postural poco a poco. Cabría preguntarse: ¿hay un beneficio real en llevar los ligamentos hasta extremos gimnásticos? ¿Pudiera tratarse más bien de un "postureo" para alimentar egos cuando se suben las fotos a instagram? Es verdad que, si miramos a los antiguos yoguis y yoguinis, muchas posturas rozaban el contorsionismo. ¿Perdemos esa sabiduría antigua si nos desligamos de las posturas más extravagantes del yoga? ¿Estarán los chakras más equilibrados si consigo tocar la nuca con el pie? Son preguntas que merece la pena responderse y reflexionar, cada uno en su propia práctica yóguica.
En cambio, sí sería necesario cierto trabajo corporal dedicado al estiramiento, sin abuso. Si indagamos en el plano mental, ya algunos estudios de fisioterapia demuestran que determinadas posturas físicas atienden a determinados patrones de comportamiento asociados a la personalidad. Asimismo, una rigidez física va asociada a cierta rigidez mental, entendida como la visión única, inmutable, y de poca perspectiva, con ciertos grados de estructuras mentales establecidas, y con falta de creatividad. Si llevamos nuestros músculos al estiramiento, no sólo obtendremos relajación, sino que también podremos ampliar la perspectiva de la realidad, comprobando que nuestro cuerpo, como íntimo y permanente compañero de viaje, puede acceder a movimientos insospechados, recorrer espacios nuevos, y generar así nuevas realidades.
Ciertamente, veo muchas personas que han perdido la conexión con su cuerpo (y no necesariamente de avanzada edad, también adolescentes), la frescura del movimiento instintivo, y la inteligencia corporal¹. Incapaces, por ejemplo, de desperezarse después de estar mucho tiempo sentados, o abrir el tórax cuando están ansiosos, o simplemente bostezar cuando la garganta se comprime. Son personas que reducen sus movimientos a los mínimamente necesarios para vivir: atarse los zapatos, agacharse para coger cosas, o estirarse para alcanzar algo. Incluso es fácil que lleguen a lesionarse o que sufran tirones en cuanto acceden a posturas algo más inhabituales. Su vida es mayoritariamente sedentaria. Hablo de un amplio rango poblacional. Solo hay que fijarse un poco en la manera de moverse de las personas, de caminar, de comunicarse,... En la cultura del deporte y del culto al cuerpo, pareciera que es más importante obtender un cuerpo esbelto o musculado antes que comprender su mecánica, hacerse consciente de los movimientos, y orquestarlos como un baile placentero en sus quehaceres cotidianos. Nos convertimos en seres humanos sedentarios, con formas y andares propios de robots mecanizados. Cuando esta forma de vivir y de enviciar de manera dañina el cuerpo se establece en nuestras vidas, las emociones se enquilosan y la actitud mental se torna letárgica y acotada.
El yoga, practicado con inteligencia y respeto a uno mismo, sin competiciones ni objetivos, puede ser una de las prácticas más potentes para remediar nuestras carencias existenciales y nuestras necesidades físicas, para establecer un camino de salud.
¹La inteligencia corporal podría definirse como la capacidad intuitiva y espontánea de responder corporalmente a las necesidades de expresividad física, emocional o mental.
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